29/1/13

Las nuevas tecnologías (y la madre que las parió)


Sé que es posible que me enfrente a la hoguera de la inquisición por todo lo que sigue a continuación, pero, a decir verdad, me da exactamente igual, siempre y cuando sea una e-hoguera promovida y patrocinada por la i-nquisición. 

El hecho es que soy un romántico empedernido, de esos que aún leen libros en ese soporte tan poco amigable con el Amazonas como es el papel, con todo lo que eso conlleva: puedo usar marcadores de página como los billetes del tren, hacer -y leer años más tarde- anotaciones al margen o, incluso, escribir una dedicatoria de mi puño y letra. Esto último es tan personal como indeleble, y nunca podremos decir que se ha borrado del servidor o chorradas por el estilo. Pues bien, tras una (más) infructuosa internada en esa extraña caja metálica que hay en el portal que se llama(ba) buzón en busca de algo interesante, me paré a pensar en cómo hubiese sido la vida si las nuevas tecnologías hubiesen estado ahí hace ya siglos...

Imaginemos por ejemplo, ahora que han pasado los fastos navideños, cómo SSMM de Oriente habrían gestionado el asunto de los regalos. Seguramente, existiría una plataforma, naturalmente en versión i-manzanita y Android, que, mediante una app descargable del i-loquesea o del app-nosecuantos, nos permitiese introducir en un formulario de evaluación los logros propios y extraños, los comentarios sobre logros de los demás y algún enlace (o link, que mola más) que los clarificase. 
¡¡Justo lo que quería!!
Esta información, siempre que los archivos fuesen compatibles, se compilaría por el servicio de IT de SSMM en Oriente, -donde teleoperadores/as con acento de Calasparra y nombres de culebrón nos pueden echar un cable- y, una vez validado, recibiríamos un e-mail o similar para darnos las claves de acceso a nuestra carta a los monarcas. Allí procederíamos a listar nuestras peticiones (en formato HTML, no la liemos) y cuando ya estuviese todo casi listo, a falta de darle al botón de enviar tras aceptar los innumerables contratos y acuerdos de licencia, edición y/o utilización de nuestros datos, descubriríamos con gran estupor y no por ello menor desconcierto, que el servidor ha devuelto un error fatal y que debemos intentarlo en otro momento; o sea, un MCESPM en toda regla. Y todo esto para un miserable gato de escayola o un par de calcetines, oiga, porque lo que usted pedía no figuraba en la base de datos del SAP de los venerables regentes y/o la crisis aprieta.

Imaginemos la escena de la última cena; Jesús hablando con sus discípulos comentando que había visto en el Feisbu que Judas Iscariote se había hecho amiguito de unos romanos sospechosos, de esos que no tienen cuenta en LinkedIn (y, por lo tanto, no pueden ser de fiar) y que le constaba que habían formado un grupo de guasap porque el susodicho no paraba de aporrear las teclas de la blackberry en cada reunión mandando mensajitos y demás. Por supuesto Judas lo negaría todo y achacaría el tema a un bug o un troyano que seguramente le habrían llegado en el adjunto de un e-mail de Pedro donde incluía unas fotos del último milagro del Maestro, aún no editadas para la página web oficial. Eso sin contar con todos los cambios  derivados del uso de tablets por parte de los presentes:

Siempre igual...
BANDEJA DE SALIDA
de: Pablo
para: los Gálatas
cco: Apóstoles
Asunto: Volved al sendero del i-Pad, no os dejéis llevar por otros dispositivos
Archivos adjuntos: comparativa.pdf; nuevo_iPad.html

¿No es como muy-demasiado-la leche de casualidad que, igual que ahora tenemos que pringar con el sudor de nuestras frentes porque estamos conectados/localizados a todas horas, fuese esa misma puta manzanita la que nos echase del paraíso? 

Si es que no aprendemos... Es lamentable